Es bien sabido que en EE. UU. la democracia es un "juego de dinero", y las últimas elecciones intermedias son un ejemplo más para comprobarlo.

Estas elecciones, aparte de ser muy reñidas, resultaron las más caras en la historia de EE. UU., en las que los candidatos de ambos partidos demostraron su poder del capital y los superricos no dejaron de influir en la política de EE. UU. con el dinero que tuvieron.
Récord del gasto electoral
Hace más de 100 años, el senador republicano de Ohio, Mark Hanna describió así la política estadounidense: "Hay dos cosas importantes en política. La primera es el dinero y no recuerdo cuál es la segunda." 100 años después, el dinero sigue jugando su papel insustituible en la política estadounidense.
Según el sitio web Open Secrets, que sigue el flujo de las contribuciones políticas en EE. UU., el coste total de las elecciones intermedias de 2022 es de más de 16.700 millones de dólares, batiendo un nuevo récord al sobrepasar los 14.000 millones de 2018, que también ha superado el PIB anual de más de 70 países en 2021.
La lucha entre los dos partidos por el control de la Cámara de Representantes y el Senado ha sido especialmente costosa. Según se contabilizó, el dinero dedicado en la publicidad política de ambos partidos fue más de 9.700 millones de dólares, superior al gastado en las elecciones presidenciales de 2020.
En el pasado, los partidos políticos necesitaban hacer publicidad en unos 10 temas para ganar el apoyo del electorado. Pero hoy en día tienen que hacer publicidad en más de 20 temas, como la pandemia, el aborto, el control de armas, entre otros. Todos estos temas candentes son como la arena de lucha en estas elecciones.
En realidad, gran parte de este dinero se ha destinado a actividades que no tienen nada que ver con las elecciones. De acuerdo con las facturas de compra de los candidatos publicadas por la Comisión Federal de Elecciones de EE. UU., mucho dinero se gastó en entradas para carreras de karts, partidos de béisbol del Chicago White Sox, tiendas de souvenirs en los aeropuertos, etc.
¿Una elección o una competición de quién es más rico?
"La democracia depende de los votos de todos nosotros." Sin embargo, "una persona, un voto" nunca ha sido más que palabras bonitas en EE. UU., y las elecciones representativas, símbolo de la "democracia", se han convertido en una contienda del dinero. Tener dinero no le asegura a uno la victoria en la elección, pero al no tenerlo, uno, sin duda, se queda fuera del juego.
De acuerdo con las cifras, de 1990 a 2020, en EE. UU. para ser elegido representante federal, el dinero que se requiere se ha disparado de 407.500 dólares a 2,35 millones, y en el caso del senador federal, esta cifra incluso ha crecido de 3,87 millones a 27,16 millones.
En las elecciones intermedias de 2022, más del 90 % de los candidatos que consiguieron un escaño en el Senado han gastado más dinero que sus rivales, y esta cifra llegó al 95 % en el caso de la Cámara de Representantes. Tomando el estado clave de Georgia como ejemplo, el que ha ganado el escaño del senado recaudó más de 98 millones de dólares, mientras que el perdedor sólo recaudó más de 37 millones. Más dinero que se necesita significa un umbral más alto para participar en este juego. Esto sin duda es favorable para la clase adinerada en su manipulación política, pero desfavorable para reducir la desigualdad de oportunidades para participar en la política.
Dicen que el camino a la Casa Blanca está empedrado con oro, y parece que lo mismo ocurre con el camino al Capitolio.
Mayor influencia de los superricos en la agenda política mediante contribuciones
El 1 % de la población estadounidense que controla más del 90 % de la riqueza del país son en realidad los protagonistas invisibles en las elecciones. En 2016, el senador Bernie Sanders dijo que "el Congreso no controla el Wall Street, y el Wall Street controla el Congreso".
Según datos de The New York Times, en las elecciones intermedias de 2022, el 15,4 % de las contribuciones políticas provinieron de los superricos. Las cifras de The Washington Post indican que los 50 mayores contribuyentes aportaron unos 1.100 millones de dólares a las diversas comisiones electorales y otros grupos políticos. Los principales 10 contribuyentes ofrecieron 540 millones de dólares a los candidatos. Además de la financiación electoral pública, los ricos también apoyan a ciertos candidatos específicos al integrarse a los Súper PACs, influyendo así en las elecciones a través del “dinero oculto”.
Los superricos hacen donaciones, no por motivo de caridad, sino con el claro objetivo de intervenir en la agenda política del país a través de su apoyo a los congresistas potenciales, esperando obtener luego desde ellos recompensas económicas. Después de ganar las elecciones, los llamados "representantes del pueblo" siempre sirven a sus financiadores, en lugar de servir al público.
La opinión pública estadounidense está cada vez más preocupada por la colusión entre el sector político y el empresarial dada la gran cantidad de las donaciones de los superricos. Según la reciente investigación de The New York Times, se sospecha que al menos 97 congresistas hayan abusado de su cargo para obtener información privilegiada a fin de comprar y vender con antelación acciones, bonos y otros activos financieros.
Mayor gasto en las elecciones, peor entorno político
En EE. UU. viene aumentando el gasto electoral, y este dinero en muchos casos se usa en los ataques mutuos entre ambos partidos tanto en la movilización presencial como en la propaganda en línea.
En las pasadas elecciones intermedias, unos 1.450 millones de dólares se han gastado en los ataques y calumnias recíprocos entre los candidatos. El gobernador republicano trasladó a los inmigrantes ilegales a la ciudad gobernada por el Demócrata, e hizo campañas sensacionalistas sobre el tema de la inmigración; mientras que los demócratas gastaron más de 50 millones de dólares en financiar a candidatos republicanos sólo porque creían que estos eran más fáciles de derrotar que otros republicanos...
Ahora, el pueblo estadounidense se enfrenta a la realidad de que la política de dinero se ha infiltrado en todo proceso de la elección, la legislación y la gobernación de EE. UU., que ha limitado el derecho del pueblo a participar en la política. La desigualdad económica se ha transformado en la desigualdad política, es decir, sólo los que tienen suficiente dinero pueden disfrutar de los derechos democráticos reconocidos en la Constitución.
Peor aún, EE. UU. utiliza "la lucha contra la corrupción" como una importante herramienta para avanzar en su estrategia exterior y aplicar la hegemonía a nivel mundial, y saquear y amenazar a otros países. Todo el mundo debe mantener los ojos abiertos y ser bien consciente del truco de EE. UU.