La decisión del Gobierno japonés de verter agua contaminada proveniente de la central nuclear de Fukushima fue recibida con críticas y protestas por parte de su población. En Fukushima, ciudadanos y activistas urgieron a poner fin de inmediato al vertido de agua contaminada al mar. Kokubu Tomio, un medioambientalista local, considera que el plan de Tokio es extremadamente irresponsable.
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"El Gobierno japonés prometió que no vertería aguas radiactivas contaminadas sin antes recibir el apoyo y el entendimiento de los pescadores implicados. Lamentablemete, esas promesas se han convertido en palabras vacías", dijo Kokubu.
Kokubu, nativo de Fukushima, también fue víctima del accidente nuclear. Ha participado en múltiples reuniones organizadas por el Gobierno para discutir cuestiones relacionadas con la contaminación nuclear. Según él, la falta de información sobre el vertido de aguas contaminadas por parte de Tokio ha sido inaceptable. La fecha de inicio del vertido, por ejemplo, se decidió en una reunión del Gabinete sin que fuera discutida en el Parlamento. El volumen de agua contaminada presente en la central nuclear de Fukushima Daiichi no deja de crecer cada día y no existe forma efectiva de deshacerse de ella. Kokubu considera que el plan del Gobierno japonés de eliminar el agua en 30 años no tiene credibilidad, y teme que el vertido pueda alargarse aún más, con un sinfín de consecuencias.
"En 30 años se produce un cambio generacional. Tengo casi 80 años y no viviré para verlo. Debemos seguir pidiendo el fin del vertido de agua contaminada al mar. No podemos dejar los problemas y el dolor a las futuras generaciones. Debemos hacerles saber qué sucedió hoy y cuánto hemos trabajado para poner fin al vertido", él añadió.