Hace algunos días el Gobierno de Perú confirmó que la contracción de su economía ha devenido en un proceso de recesión. Para muchos analistas, esta ha sido la confirmación de un largo período de estancamiento económico y creciente inflación, del que fuera el país referente del crecimiento en América Latina por más de dos décadas.

Por primera vez en 25 años, Perú se encuentra inmerso en un proceso de estancamiento de su economía. Esto significa que, durante dos trimestres consecutivos de este año, el país andino cosechó un crecimiento negativo de su producto interno bruto. Para varios economistas locales, no cabe duda que factores externos como la crisis inflacionaria internacional han contribuido a esta contracción de la economía peruana. Pero según afirman, esta recesión ha sido gatillada también por factores internos.

Luis Miguel Castilla, exministro de Economía indicó que la recesión tiene que ver con una serie de fenómenos políticos de convulsión social que hizo que a inicios de este año se paralizaran importantes sectores como la minería, ante la convulsión política y se ahuyentara el turismo, afectando al país en parte, lo que vino acompañado de un fenómeno climatológico, desde un ciclón hasta el fenómeno de el Niño costero que le restó por lo menos 1,2 % del crecimiento de este año. 

Según el Banco Central de Reserva, la previsión de crecimiento del país en 2023 será apenas cercana al 1 %. Respecto a cómo afecta a los peruanos esta recesión, los analistas coinciden en que la precarización del empleo y la disminución del consumo debido a la inflación, que podría cerrar en un 5 % hacia fines de 2023, son dos señales inequívocas de este proceso. Sin embargo, consideran que la inversión privada es clave para mitigar el impacto.

Hace unos días, importantes calificadoras de riesgo como Moody's y Standard & Poor's han reducido sus previsiones de crecimiento para Perú en 2023 de 1,8 % a 0,8 %. No obstante, el pasado mes de septiembre, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, el país andino registró apenas 0,02 % de inflación, la más baja en dos años, confirmando una curva decreciente que genera buenas expectativas de cara al futuro.