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Vale la pena de esperar la reunión de San Francisco entre los Jefes de Estado de EE. UU. y China
Artículo de opinión

Una nueva serie de intercambios positivos entre China y Estados Unidos han generado las condiciones para la organización de la próxima reunión entre los presidentes Xi Jinping y Joe Biden en San Francisco. Y es que tanto históricamente como en el marco de una convulsionada realidad internacional, sobran argumentos para esperar una mejora de las relaciones entre los dos países. Como consecuencia del estrechamiento de los vínculos civiles y el diálogo pueblo a pueblo, también se han acelerado los contactos oficiales. Entre ellos, se han producido en el último tiempo nuevas consultas sobre política exterior, control marítimo, cambio climático, control de armamentos y de no proliferación, y también una nueva ronda de conversaciones sobre las relaciones económicas y comerciales. La reunión de jefes de Estado constituye el corolario de esta renovada vitalidad en la relación bilateral.

La reunión entre ambos jefes de Estado buscará “volver al Consenso de Bali”, un objetivo difícil pero necesario. Muchos expertos coinciden en que el deterioro de las relaciones entre China y EE. UU. del año pasado se produjo porque no se siguieron los acuerdos alcanzados en Bali. El Gobierno estadounidense adoptó una política contraproducente hacia China que partía de una percepción errónea de la realidad del país asiático, y que en los hechos obstaculizó el proceso de diálogo bilateral. La agenda política estuvo dominada por la espectaculización del incidente del globo meteorológico y por la aprobación explícita del tránsito de Tsai Ing-wen por Estados Unidos; y la agenda económica por la aplicación de controles a la exportación de semiconductores. El perjuicio manifiesto de los intereses chinos y el alejamiento del consenso de Bali deterioraron las relaciones bilaterales.

Sin embargo, a partir de la visita del secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, a China en junio, la parte estadounidense ha mostrado gestos de distensión en la relación. Estados Unidos debe comprender que las políticas de contención y supresión hacia China no son ni serán factibles, y que la cooperación con China es indispensable para discutir y proponer soluciones a los problemas globales como el cambio climático, los conflictos regionales e incluso la recuperación de la economía estadounidense. Tras dar un gran y doloroso rodeo, pareciera que Estados Unidos ha decidido a volver al diálogo y a la agenda de Bali.

El mundo también espera que China y Estados Unidos, a través de la reunión de San Francisco, puedan trabajar en conjunto y comprendan el significado que tiene para cada uno el desarrollo del otro. En opinión de China, China y Estados Unidos deben ser socios en lugar de rivales, y deben lograr beneficios mutuos en lugar de promover un juego de suma cero. Para lograrlo, Estados Unidos debe abandonar su pensamiento hegemónico y adoptar una postura abierta al diálogo.

Actualmente, todavía asistimos a una débil recuperación de la economía mundial, los conflictos geopolíticos se han intensificado, y el contexto internacional es cada vez más incierto e inestable. El peso de las economías de China y Estados Unidos supera un tercio del total mundial, sus poblaciones totales representan casi una cuarta parte del mundo, y el comercio bilateral supone aproximadamente una quinta parte del total mundial. De cómo evolucione la relación entre China y Estados Unidos depende el futuro y el destino de la humanidad.

La reunión de San Francisco entre los jefes de Estado de China y Estados Unidos demuestra una vez más la sinceridad de la parte china y su alto grado de responsabilidad para reanudar las relaciones con Estados Unidos a pesar de los agravios, y su disposición para fomentar la paz y el desarrollo mundiales. China espera que la parte estadounidense abandone la mentalidad competitiva de grandes potencias, propia de la guerra fría, deje de lado las posiciones nacionalistas y los intereses propios de los políticos, y entable un diálogo racional, genuino y pragmático con China desde las perspectivas de los intereses nacionales y populares. Ambos países deben asumir sus responsabilidades ante el mundo, y realizar un trabajo de gestión integral de la relación bilateral para poder responder de manera sincera a la sinceridad, y de manera activa a las acciones. Que las relaciones entre China y EEUU puedan seguir "estabilizándose y mejorando" depende de esfuerzos humanos.