Hace unos días, se reveló la falsificación de datos en el proceso de ensayos por parte de cinco empresas automotrices japonesas, lo que ha despertado una preocupación generalizada en toda la sociedad. El secretario jefe del Gabinete japonés, Yoshimasa Hayashi, admitió que este escándalo no sólo ha sacudido los cimientos del sistema de certificación de automóviles de Japón, sino que también ha perjudicado la credibilidad de la industria automovilística del país. Dado que la industria del automóvil es el pilar de la manufactura japonesa, las consecuencias del escándalo de falsificación pueden tener un mayor alcance.

En el escándalo, están involucrados más de 5 millones de vehículos de 38 modelos de Toyota, Honda, Mazda, Yamaha, y Suzuki, de los cuales seis modelos siguen en venta en el mercado. La falsificación de datos afecta aspectos cruciales como la seguridad de los peatones, las pruebas de colisión, las bolsas de aire, el ruido y las emisiones, entre otros.
Según un reportaje del periódico japonés Mainichi Shimbun, en los últimos años se han dado a conocer escándalos de falsificación en la industria automotriz japonesa casi todos los años, prácticamente por el mismo motivo: con el fin de acortar el ciclo de investigación y desarrollo y buscar intereses a corto plazo, los directivos imponen tareas irrazonables, obligando al personal de primera línea a asumir riesgos.
Además, ante el rápido desarrollo de los vehículos eléctricos, la enorme ventaja que tenían los fabricantes japoneses en el sector de los autos de combustible está disminuyendo.
Los notables logros del sector manufacturero japonés en las últimas décadas han provocado la falta de conciencia de crisis en algunas empresas, lo que las ha llevado a dormirse en los laureles y a mostrarse reacias a emprender las innovaciones y reformas necesarias. Además, el incidente está relacionado con la rigidez del sistema interno y con los fallos de gestión de las empresas japonesas, y tiene que ver con la deficiencia de las autoridades supervisoras del país en la elaboración de normas, la supervisión y los mecanismos de sanción. Por último, en los últimos años, las empresas no han sido suficientemente innovadoras y han ido perdiendo gradualmente su ventaja tecnológica.
La denuncia frecuente de incidentes de falsificación hace que la manufactura japonesa caiga del altar. El Gobierno y las empresas japoneses deben llevar a cabo una profunda reflexión y una reforma integral. Como señaló el New York Times, el pueblo japonés y los consumidores de todo el mundo esperan una solución completa al problema que mejore la seguridad de los vehículos.