La Unión Europea anunciará esta semana aranceles adicionales sobre los vehículos eléctricos chinos, a pesar del mínimo apoyo de los fabricantes de automóviles europeos.

Es probable que la decisión afecte no solo a las ventas de marcas chinas como BYD y Geely en Europa, sino también a las de sus homólogas europeas, que también importan vehículos de China. Los analistas temen que la disputa comercial se extienda de la industria automovilística a otros sectores, como el del vino, del que la UE es el mayor productor y exportador. Más allá del temor a una guerra comercial, a algunos observadores les preocupa que la fuerte dependencia de la UE de los productos ecológicos chinos para cumplir sus objetivos climáticos pueda resultar contraproducente.