El desierto de Falfurrias, a unos 100 kilómetros de la línea fronteriza entre México y Estados Unidos, es un paso obligado para aquellos migrantes que no quieren entregarse a las autoridades migratorias estadounidenses. Sus más de 2.000 kilómetros cuadrados y temperaturas por encima de los 45 grados Celsius han convertido al terreno en una zona fácil para morir por sed, calor o hipotermia. Las víctimas son, principalmente, mexicanos y centroamericanos que rehúsan entregarse a las autoridades migratorias.
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Desmayarse es dar un paso hacia la muerte. La conclusión ante los finales de cada llamada. Nora sale todos los días por las vías rurales de Falfurrias, una de las zonas más peligrosas para los migrantes en situación irregular, buscando ayudar a cualquier migrante que encuentre en la carretera. Asegura que durante los últimos 15 años cerca de mil cuerpos han sido encontrados bajo arbustos, el suelo árido de la zona. Las aves carroñeras sirven de anuncio de que alguien dejó su vida en el desierto. El lugar apesta.
"Entramos y vimos buitres y nos detuvimos. No puedo decir que veo a alguien, pero huele muy, muy mal. Justo a la salida de la 110 en el lado derecho, un poco más abajo de la intersección", señaló Nora Salinas, de la Oficina de Derechos Humanos del Sur de Texas.
No se puede pasar la cerca de alambres, la mayoría de estos terrenos son ranchos privados. Se debe esperar a la autoridad para iniciar la búsqueda. Llega Don White, un exveterano de guerra estadounidense quien, a sus 70 años, forma parte del Sheriff del Condado de Brooks. Se dedica a buscar cuerpos o rescatar migrantes en medio del desierto del sur de Texas. De inmediato, procede a rastrear el foco del mal olor… Lo ayuda su perra Zox, pide tener cuidado ante la cantidad de serpientes venenosas que merodean entre la maleza. White siempre está armado por si se topa con traficantes de personas… Hoy fue un animal, pero no siempre es así.
"Si encuentro a una persona fallecida, es triste. Una madre ha perdido a su hijo o hija. Un padre perdió a un hijo o una hija. Hermanos y hermanas. Todos pierden. Así que es muy triste. Es importante que la familia recupere a sus seres queridos. Esa es la idea principal. Esa es la misión principal detrás de todo esto, es garantizar que el mayor número posible pueda volver con sus familias", dijo Don White, miembro de Missing Migrant Initiative.
Este es el día a día por un desierto implacable, hermano de otros yermos que se han cobrado la vida de no menos de ocho mil personas desde finales de los años noventa en los más de 3.200 kilómetros de frontera. No es un tema de moda, pero en tiempos electorales cobra fuerza. Se trata de cuerpos sin identificar, aunque con antecedentes similares. Pobreza, violencia, persecución y límites que los empujaron a morir en tierras ajenas.
"Sigo en este recorrido que se está haciendo por la frontera sur de los Estados Unidos con México. Bueno, acabo de ver la entrada a uno de los tantos ranchos que existen en esta zona y, pues es para quedarse sin palabras con lo que se está viendo acá. Esto parece un cementerio de mochilas, mochilas de migrantes que han pasado por esta zona y han dejado aquí testimonio de su viaje, que puede ser dejado acá por los propios migrantes, por el dueño del rancho. Lo cierto del caso es que esto está aquí. Y, ¿qué mensaje? ¿Qué mensaje quiere decir o se quiere dar con esto?", contó Juan Carlos Aguirre Romero, corresponsal de CGTN Español, en el sur de Texas.
Esta obra de arte, como algunos la califican, obedece a la decisión de un ranchero de recolectar todo lo que los migrantes van dejando en el camino al pasar por su propiedad. Se quejan por la basura y el daño a sus predios y cercas. El camino sigue y a los lados de la carretera se observan algunos recipientes azules con letras blancas donde se puede leer "agua". Existen 144 estaciones en un radio de 3.000 kilómetros cuadrados aproximadamente. Cada recipiente puede significar el límite entre morir o seguir con vida.
"El número de la oficina o que hable al 911. Aquí están las coordenadas dónde están. Si se pierden y se hallaron uno de estos barriles que dice 'agua', busca la tapa y si la tapa te da las coordenadas, esas coordenadas le vas a dar el 911 para que ellos vengan a ayudarte", indicó Nora Salinas, personal de la Oficina de Derechos Humanos del Sur de Texas.
Cada uno de estos recipientes es ubicado con previa aprobación de los dueños de las haciendas quienes no tendrán que pagar, pero tampoco recibir dinero por ello. Sin embargo, las donaciones son necesarias. Mantener cada barril con agua puede costar unos 150 dólares al año.
"Tenemos agua aquí en los barriles para los inmigrantes que pasan, que ya no traen agua limpia. El agua es vida. ¿Por qué hacerlo? Cualquiera puede decir que no son mi familia, no los conozco... Pues no, no es que los vamos a conocer, pero son seres humanos. ¿Cómo vamos a negarle agua a una persona? Si ellos toman agua de un vertedero, se enferman. No saben cómo quitarse la camisa y echar el agua para hacer un filtro. Ellos no saben eso. No saben que se tiene que hacer eso. Mejor dejar agua para que ellos, si pasan y miran aquí que dice 'agua', van a agarrar uno y yo sé que va a estar caliente, pero que tomen algo, es mejor eso a que no tomen nada", dijo Nora Salinas.
A lo largo de la carretera 281 que une a la frontera entre México con Estados Unidos hacia el centro de Texas, existen varios puntos de control de la patrulla fronteriza, lo que obliga a los migrantes a serpentear los obstáculos. Abandonados por los coyotes, muchos mueren solos y un grueso pasa a ser un número entre los más de 3.500 desaparecidos. Esta historia continuará.