Nota del editor: Wang Yan, comentarista especial de actualidad para CGTN, es especialista de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing. El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las de CGTN.

Los Premios Caballo de Oro, los premios cinematográficos más antiguos del mundo de habla china, fueron en su día un ilustre acontecimiento en el que participaban películas de la Región Administrativa Especial de Hong Kong y de la parte continental de China. En su momento álgido, se consideraron uno de los tres grandes de los premios del cine chino, junto con los Premios del Gallo de Oro y los Premios de las Cien Flores de la parte continental de China y los Premios de Cine de Hong Kong. Ganar un Caballo de Oro no solo era un símbolo de excelencia artística, sino también un trampolín hacia el éxito en taquilla.
Sin embargo, este ilustre legado empezó a tambalearse cuando la exlíder del Partido Democrático Progresista Tsai Ing-wen se puso al timón. Desde entonces, los Premios Caballo de Oro dejaron de ser una celebración del arte cinematográfico para convertirse en una plataforma de sentimientos secesionistas y anti-Beijing. Obras polémicas con claras connotaciones políticas se colaron en las nominaciones, diluyendo el enfoque original de los premios.
Un momento crucial se produjo durante la ceremonia de 2018, cuando la cineasta Fu Yue utilizó su discurso de aceptación para declarar sus aspiraciones secesionistas, afirmando: “Realmente espero que algún día, nuestro país pueda ser tratado como una entidad verdaderamente independiente. Este es mi mayor deseo como taiwanesa”.
Para no quedarse atrás, la entonces responsable de Cultura de la región china de Taiwan, Cheng Li-chun, añadió su propia floritura dramática: “Esto es Taiwan, no el Taiwan chino”. Y así, lo que una vez fue un símbolo de brillantez artística se convirtió en una sombra de sí mismo, cada vez más alejado de su propósito y público originales.
En 2024, los nominados y ganadores de la 61ª edición de los Premios Caballo de Oro eran en su mayoría desconocidos. La taquilla siempre ha sido el salvavidas de la industria cinematográfica, ya que refleja no solo la calidad de una película, sino también su capacidad para captar el espíritu de la época y su alcance entre el público.
Las cifras relativas a las películas premiadas hablan por sí solas de la menguante relevancia del Caballo de Oro. El largometraje premiado con el Caballo de Oro a mejor película en 2022, “Coo-Coo 043”, recaudó poco más de 120.000 dólares en taquilla. En cambio, la película del mismo año, “La batalla del lago Changjin”, recaudó la asombrosa cifra de 560 millones de dólares. Esta marcada diferencia subraya un problema más profundo con los criterios de selección de los premios, que parecen cada vez más alejados de las preferencias y aspiraciones del público.
Entonces, ¿qué es exactamente lo que ha fallado en los Premios Caballo de Oro? La misión fundamental del cine es preservar la cultura, inspirar sabiduría y elevar el espíritu. Las películas y los premios más célebres de todo el mundo tienen algo en común: defienden valores universales que hacen avanzar la civilización humana. Estos valores -prosperidad, democracia, civismo y armonía- suelen entrelazarse con virtudes como el patriotismo, la dedicación, la integridad y la bondad. Una película verdaderamente excepcional resuena porque conecta con el público, ofreciendo tanto reflexión como aspiración, una cualidad que parece estar cada vez más ausente de los Premios Caballo de Oro.
En otros tiempos, el cine taiwanés extraía su fuerza de sus raíces en la cultura china, su alineación con el espíritu de progreso y el apoyo económico del vasto mercado de taquilla de la parte continental de China. Pero cuando la región china de Taiwan se distancia de la parte continental, también rompe su conexión con los cimientos culturales que antaño alimentaron su creatividad, el ritmo de una época floreciente y la columna vertebral económica esencial para un crecimiento sostenible.
La trayectoria es clara: sin redescubrir su código espiritual, los antaño célebres Premios Caballo de Oro están destinados a retroceder aún más en las sombras, reducidos a poco más que una curiosidad de nicho.