El liderazgo chino ha puesto un énfasis particular en el desarrollo sostenible, entendiendo que el progreso económico debe ir acompañado de una responsabilidad ambiental. Desde la introducción de políticas ecológicas en los últimos años, China ha trabajado arduamente para equilibrar su crecimiento con la protección del medio ambiente.

El país ha liderado la inversión en energías renovables, convirtiéndose en el mayor productor de paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos del mundo. El objetivo es reducir las emisiones de carbono y avanzar hacia un modelo de economía verde. China también ha abrazado el concepto de civilización ecológica, que busca transformar la manera en que se producen y consumen recursos, promoviendo la eficiencia energética y el reciclaje para impulsar la construcción de una China hermosa y moderna caracterizada por la armonía entre el ser humano y la naturaleza.
Este enfoque sostenible ha sido clave para mejorar la calidad del aire, reducir la contaminación y restaurar los ecosistemas, a la vez que permite a China cumplir con sus compromisos internacionales en el marco del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
A medida que China continúa avanzando en su desarrollo, la sostenibilidad se mantiene como uno de los pilares fundamentales de sus políticas, garantizando un futuro más verde y saludable para las generaciones venideras.