El 1 de abril, un equipo internacional de rescate de China llevó a cabo una búsqueda intensiva en el hotel Gran Muralla de Mandalay, Myanmar. El edificio contaba con ocho pisos, pero los dos primeros colapsaron tras el terremoto, hecho que dejó la estructura gravemente inclinada. Según informó el propietario del hotel, cuando empezaron los temblores había varios chinos alojados en el edificio.
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Cuando los rescatistas chinos llegaron al lugar, ya habían transcurrido 100 horas desde el devastador sismo. Utilizaron múltiples métodos para detectar posibles signos de vida en el área. Arriesgando sus propias vidas, ingresaron varias veces en el edificio colapsado para buscar y rescatar a las víctimas.