Los recientes comentarios del vicepresidente estadounidense J.D. Vance sobre China fueron sorprendentes y lamentables. En una entrevista sobre la política comercial de la administración Trump hacia China, Vance afirmó que Estados Unidos pide prestado dinero a los campesinos chinos para comprar los productos que esos mismos campesinos fabrican.

La prensa estadounidense calificó los comentarios ofensivos de vergonzosos para todos los ciudadanos del país. Desde que asumió la vicepresidencia hace unos dos meses, J.D. Vance ha sido constantemente criticado por su arrogancia, egocentrismo, agresividad y falta de etiqueta diplomática. Su comportamiento pone de manifiesto la arrogancia del pensamiento “blanquicéntrico” y la actitud condescendiente de la hegemonía estadounidense en declive.
La ignorancia de Vance también es evidente en su falta de comprensión de la China contemporánea: no se da cuenta de los profundos cambios en el escenario mundial, no entiende, o no está dispuesto a admitir, que el sistema político estadounidense está “enfermo”. Tampoco se enfrenta a la realidad del declive de la hegemonía estadounidense. Las normas estadounidenses no se aplican a todo el mundo y su liderazgo mundial ya no es incuestionable. Son precisamente su ignorancia, insolencia y arrogancia las que están acelerando el declive de la supremacía estadounidense.