La Administración Nacional de Cine de China anunció que reducirá "moderadamente" el número de películas importadas desde Estados Unidos, como respuesta a los recientes aumentos arancelarios aplicados por Washington. Esta decisión de política coincide con un cambio en los hábitos de consumo audiovisual en China, donde las producciones nacionales comienzan a eclipsar a los grandes éxitos de taquilla de Hollywood.
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En los multicines de Beijing, las carteleras hablan por sí solas. Las producciones chinas ocupan ahora un lugar protagonista, reflejo no solo de ajustes regulatorios, sino de un cambio profundo en las preferencias del público.
Esta transformación se manifiesta en el segundo mayor mercado cinematográfico del mundo, con más de 80 mil pantallas y más de mil millones de entradas vendidas solo en 2024. A medida que las producciones chinas mejoran notablemente en calidad, están reconfigurando la dinámica de poder en la industria.
Algunos espectadores, sin embargo, siguen fieles a las franquicias de Hollywood. Pero incluso estos aficionados admiten que una reducción en las importaciones de películas estadounidenses no afectaría demasiado su experiencia en el cine.
Mientras China ajusta su política de importación cinematográfica, también diversifica activamente sus colaboraciones internacionales. La semana pasada se firmó un nuevo acuerdo de cooperación en materia de cine con España que promete intercambios cinematográficos renovados. De la hegemonía estadounidense al renacimiento local, el mercado cinematográfico chino vive su transformación más profunda en décadas, impulsada no solo por decisiones políticas, sino también por el poderoso veredicto de las audiencias.