En el tablero económico global, los números no mienten. A pesar de los persistentes intentos de Washington por frenar el ascenso económico de China mediante aranceles unilaterales desde 2018 —que afectan a productos chinos por más de 500.000 millones de dólares— el comercio entre ambos países sigue creciendo. Los datos revelan una verdad que trasciende la retórica política: la cooperación sigue siendo la opción preferida por los mercados.
El volumen del comercio bilateral entre China y Estados Unidos alcanzó los 688.000 millones de dólares en 2024, un incremento de 275 veces respecto a 1979. Desde la adhesión de China a la OMC en 2001, el intercambio se ha multiplicado por ocho. Estos resultados confirman que, incluso bajo presión, las relaciones económicas entre ambas naciones no solo resisten, sino que se profundizan.
Estados Unidos exportó a China bienes por un valor de 143.000 millones de dólares en 2024, un aumento del 648 % en comparación con 2001. China ha pasado a ser un socio comercial indispensable: representa el 7 % de las exportaciones totales estadounidenses y es el segundo mayor mercado para productos estratégicos como circuitos integrado y carbón. En el sector agrícola, su rol es aún más crítico: más de la mitad de las exportaciones de soya estadounidense y cerca de un tercio del algodón tienen como destino a China.
