En los últimos años, los clubes de lectura han resurgido con fuerza en China, impulsados principalmente por los jóvenes urbanos que buscan reconectar con la literatura y crear comunidad en medio de la hiperconectividad digital.

Plataformas como Douban, una red social literaria muy popular en China, han sido clave en este renacer lector. A través de grupos temáticos, los jóvenes organizan encuentros virtuales y presenciales, discuten obras clásicas y contemporáneas, y recomiendan autores chinos y extranjeros.
Este fenómeno no solo responde a un interés cultural, sino también a una necesidad emocional: compartir lecturas se ha convertido en una forma más de desconexión de los quehaceres cotidianos. Muchos clubes también exploran temas como feminismo, filosofía o sostenibilidad, convirtiéndose en espacios donde compartir puntos de vista.
En ciudades como Shanghai, Beijing o Chengdu, cafeterías, librerías y espacios culturales han adaptado su programación para incluir eventos de lectura colectiva, algunos incluso con invitados famosos o traducciones simultáneas de autores internacionales.
Este auge refleja una transformación en la relación de los jóvenes chinos con la lectura: menos individualista, más social y profundamente conectada con sus valores e inquietudes actuales.