Hace casi un siglo, en nombre de la protección de las industrias nacionales, el Gobierno de Estados Unidos destrozó su propia economía. En 1930, a pesar de la amplia oposición del mundo empresarial, promulgó la Ley Arancelaria Smoot-Hawley, una medida que profundizó la Gran Depresión y llevó a que esta ley fuera reconocida como una de las más nefastas de la historia estadounidense. La Casa Blanca parece empeñada en repetir este patrón destructivo. Y en el mundo actual, profundamente globalizado, las consecuencias de una guerra arancelaria serían aún más graves y de mayor alcance. ¿Acaso no ha aprendido nada Estados Unidos de su propio desastre "terrorancelizador"?
