Al cumplirse los primeros cien días del nuevo Gobierno en Estados Unidos, la administración no ha sido recibida con entusiasmo ni respaldo, sino con una oleada de críticas tanto internas como externas. Los resultados de las encuestas reflejan esta percepción negativa: un reciente sondeo conjunto de medios estadounidenses indica que el 55 por ciento de los encuestados desaprueba la gestión actual, marcando un récord histórico de impopularidad para un presidente en este mismo periodo en los últimos ochenta años.

Este rápido deterioro del respaldo público e internacional puede explicarse por las políticas impulsadas desde el inicio del mandato. Entre ellas destacan los despidos masivos en instituciones públicas, el endurecimiento del enfoque migratorio, los recortes profundos a la financiación científica y la imposición de aranceles a socios comerciales tradicionales. Estas acciones han generado efectos concretos y negativos tanto para la ciudadanía como para la economía del país.
En respuesta, numerosos países han decidido actuar con firmeza frente a la presión comercial estadounidense. China ha asumido un rol protagónico en la defensa de sus intereses y del sistema multilateral de comercio. La reciente reunión de ministros de Relaciones Exteriores del grupo BRICS en Brasil dejó claro su respaldo al multilateralismo y su rechazo a medidas unilaterales. Incluso aliados históricos de Estados Unidos han comenzado a cuestionar los beneficios de seguir cediendo ante sus exigencias.
En paralelo, muchas economías del mundo se reorganizan para hacer frente al nuevo escenario, apostando por una mayor cooperación exterior para diversificar riesgos y fortalecer su resiliencia económica. Según el Fondo Monetario Internacional, los países emergentes serán responsables del 60 % del crecimiento económico mundial en 2027. En contraste, la administración estadounidense parece avanzar hacia un aislamiento progresivo debido a su estrategia de "máxima presión".
Con una creciente inflación, problemas fiscales, desaceleración económica y un aumento en las protestas sociales, las señales de alerta ya son visibles. Estos cien días han demostrado que la imposición unilateral no garantiza resultados sostenibles, que el hegemonismo tiene límites y que la globalización es un proceso irreversible. El camino viable hacia el desarrollo pasa por la cooperación abierta y el beneficio mutuo.
Nota: Este artículo refleja las opiniones de su autor, que no necesariamente coinciden con las del equipo editorial de CGTN Español.