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Los manuscritos de seda de Zidanku: Un tesoro perdido que espera su retorno
CGTN

Más antiguos que los manuscritos del mar Muerto, los manuscritos de seda de Zidanku contienen un mito chino de la creación y han estado lejos de su tierra durante casi 80 años. ¿Qué son exactamente estos manuscritos? ¿Por qué tienen tanta importancia? ¿Y cómo fueron llevados injustamente a Estados Unidos? Aquí te lo contamos.

Los manuscritos de seda de Zidanku datan de alrededor del año 300 a.n.e. /CMG

Antes de que existieran el Sol y la Luna, cuatro espíritus dividieron el año en cuatro estaciones mediante una secuencia de pasos. Cuando aparecieron los cuerpos celestes, trajeron consigo caos y desequilibrio. Para restaurar el orden cósmico, los cuatro espíritus alzaron árboles colosales que sostuvieran el cielo, dando origen a la primavera, el verano, el otoño y el invierno.

Este relato forma parte de un antiguo mito chino de la creación conservado en los manuscritos de seda de Zidanku, un texto astrológico y astronómico del año 300 a.n.e., hallado en Zidanku—nombre que significa literalmente “almacén de balas”—en Changsha, provincia de Hunan. Son los únicos manuscritos en seda conocidos de la época de los Reinos Combatientes en China, pero llevan casi 80 años en el extranjero, tras ser llevados injustamente a Estados Unidos en 1946.

Descubierto en 1942 en una tumba del antiguo estado de Chu, el manuscrito que más tarde sería conocido como el Almanaque de las cuatro estaciones, junto con algunos fragmentos, fue adquirido y restaurado por el anticuario local Cai Jixiang. Cai reconoció la rareza del documento y creía que había sido utilizado por antiguos pobladores en rituales de plegaria a las deidades. Con texto e ilustraciones, el manuscrito representa una forma temprana de la tradición china del almanaque. Mide 47 por 38 centímetros y está dividido en tres partes: un texto interior largo sobre el tema del “año”, un texto más corto que relata un mito de creación cósmica y el origen de las cuatro estaciones, y un borde decorado con doce dioses zoomorfos del mes y cuatro árboles simbólicos, uno por cada estación.

Una réplica del Almanaque de las cuatro estaciones de los manuscritos de seda de Zidanku, realizada por Cai Jixiang y su hijo /CMG

En 1946, Cai llevó los manuscritos a Shanghai con la intención de obtener imágenes infrarrojas que ayudaran a descifrar los caracteres borrosos. Allí, el anticuario estadounidense John Hadley Cox lo engañó para que le entregara los manuscritos y los sacó de contrabando rumbo a Estados Unidos. Cai pasó décadas intentando recuperarlos, sin éxito. En 1965, el Almanaque de las cuatro estaciones fue adquirido por el filántropo estadounidense Arthur M. Sackler. Hoy, los manuscritos de seda de Zidanku —incluido el Almanaque de las cuatro estaciones y otros fragmentos, entre ellos otro tipo de almanaque y un manual de adivinación para ataque y defensa— se conservan en el Museo Nacional de Arte Asiático del Smithsonian en Washington D.C., junto con la caja de bambú original que los contenía.

Una carta de Cai Jixiang a John Hadley Cox sobre los manuscritos de seda de Zidanku /CMG

Los manuscritos de seda de Zidanku son uno de los dos únicos manuscritos clásicos completos en seda que se han hallado. El otro es el corpus de textos en seda de Mawangdui, fechado en el año 168 a.n.e. Los manuscritos de Zidanku representan el ejemplo más antiguo conocido de la literatura shushu (números y técnicas), una categoría central de la escritura antigua china que abarca la astronomía, el calendario y la adivinación. Además, el mito de la creación que contienen —desconocido antes de su descubrimiento— ha transformado la comprensión moderna de la cosmología china primitiva.

En comparación con los célebres manuscritos del mar Muerto —fechados hacia el año 170 a.n.e. y descubiertos en 1947—, los manuscritos de seda de Zidanku son aún más antiguos y fueron hallados antes. Su relevancia ha sido cada vez más reconocida a nivel internacional. Antes de morir, el propio Arthur M. Sackler expresó su deseo de devolverlos a China.

“El doctor Sackler comprendía la importancia del manuscrito de seda”, afirmó Lothar von Falkenhausen, profesor distinguido de Arqueología China e Historia del Arte en la UCLA. “Sabía que algo de tal relevancia no debía conservarse fuera de su país de origen. Espero sinceramente que todos los manuscritos de seda sean devueltos pronto a China, que es donde pertenecen.”

Durante una nueva excavación en Zidanku en 1973, los arqueólogos hallaron una pintura en seda finamente elaborada que muestra a un hombre montado sobre un dragón. Los estudiosos esperan que algún día los manuscritos y otras reliquias de la tumba del estado de Chu en Zidanku puedan reunirse en Hunan, y que así se pueda mostrar en su totalidad la riqueza y los logros de la civilización Chu.

Los manuscritos de seda de Zidanku no solo son un tesoro de la antigua cultura china, sino también un símbolo de las muchas reliquias culturales dispersas por el mundo. La esperanza de su regreso refleja un anhelo más amplio por reunir el patrimonio perdido de China.