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China y Rusia: una asociación estratégica en tiempos de incertidumbre global
CGTN Español

En una coyuntura internacional agitada por el resurgimiento del unilateralismo, las feroces tensiones geopolíticas y los ataques al orden multilateral, la visita del presidente chino, Xi Jinping, a Moscú —la undécima desde que asumió la presidencia en 2013— es mucho más que un gesto diplomático. Se trata de la afirmación de una alianza estratégica que, basada en un pasado de sufrida resistencia, avanza hacia un futuro compartido en un mundo en transformación.

Xi y Putin han edificado, gracias a sus más de 40 encuentros en los últimos doce años, una sólida y estrecha relación bilateral frente a los vaivenes del tablero internacional. China y Rusia han elevado sus relaciones a la categoría de "asociación estratégica integral de coordinación para una nueva era". No se trata de una vinculación basada en alianzas ni antagonismos hacia terceros, sino que aúna una convergencia de intereses frente a un orden internacional considerado por ambas como injusto, dominado por imposiciones unilaterales y que cada vez padece más trabas para su funcionamiento.

Xi asiste en Moscú junto con otros líderes mundiales a la conmemoración del 80º aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria y de la contribución soviética a la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Esta ocasión sirve como marco simbólico para resaltar el pasado que une a ambos pueblos. Xi ha afirmado que la amistad forjada "con sangre y vidas" durante la Segunda Guerra Mundial constituye una fuente inagotable para una cooperación duradera. En un mensaje que va más allá de la memoria histórica, el presidente chino insiste en que la humanidad se encuentra de nuevo en una encrucijada, forzada a elegir entre unidad o división, diálogo o confrontación, beneficios compartidos o un egoísmo carente de perspectiva. 

Más allá de las declaraciones formales, los datos dan fe de la magnitud de la cooperación entre Beijing y Moscú. En 2024, el valor de los intercambios comerciales bilaterales alcanzó los 244.800 millones de dólares, que convierten a China en el principal socio comercial de Rusia desde hace 15 años. Es además especialmente significativo que más del 95 % de las transacciones se realizasen en monedas nacionales. Esta desdolarización progresiva supone un claro signo de independencia financiera frente a Estados Unidos, así como un paso concreto hacia un orden financiero alternativo, apoyado en el seno de los BRICS.

La cooperación en sectores tradicionales como el energético y el aeroespacial también se expande hacia áreas emergentes como la economía digital, la biomedicina, o las energías verdes y el desarrollo sostenible. El acuerdo para establecer los años 2024 y 2025 como los "Años de la Cultura China-Rusia" se ha traducido en cientos de eventos culturales, académicos y educativos, consolidando el componente humano de la relación. Ya son más de 200 las universidades rusas que ofrecen clases de chino, mientras que decenas de miles de alumnos chinos cursan estudios en Rusia. 

En el ámbito del multilateralismo, los dos países han intensificado su coordinación en organismos como la ONU, la OCS, los BRICS y el G20, mediante el impulso de una narrativa alternativa a las imposiciones unilaterales, al mismo tiempo que promueven una mayor participación del Sur Global en la configuración e implementación de la gobernanza internacional. Frente a los vientos en contra, Beijing y Moscú no solo resisten, sino que plantean modelos alternativos de cooperación y convivencia, basados en el respeto mutuo, la no injerencia y la soberanía nacional. Abogan por un sistema más inclusivo, fundado sobre principios universales, como los de la Carta de las Naciones Unidas, donde las potencias emergentes y tradicionales encuentren mecanismos de equilibrio sin imposiciones.

En un mundo convulso y amenazado por crisis permanentes, la cercanía entre China y Rusia no es algo meramente simbólico, sino un llamamiento estratégico que apela a su responsabilidad especial como grandes países para refundar la arquitectura global desde el respeto, la cooperación y la memoria histórica compartida mediante una alianza que ha de seguir desempeñando un papel relevante en el escenario internacional.