Por Imran Khalid, comentarista especial sobre asuntos de actualidad para CGTN y columnista independiente en temas internacionales. Este artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las de CGTN.

La decisión de China de establecer medidas de protección e incentivos para su sector privado a través de la nueva ley de promoción del sector privado marca un paso importante. En una rueda de prensa celebrada por la Oficina de Información del Consejo de Estado de China el 8 de mayo, las autoridades destacaron los planes del Gobierno para involucrar capital privado en proyectos nacionales clave.
Cabe destacar que los inversores privados ahora poseen hasta un 20 % de participación en algunos proyectos de energía nuclear y que, en sectores como la modernización de equipos industriales y el reciclaje, el capital privado representa más del 80 % de la inversión total. Esto indica un posible cambio profundo en la actitud de Beijing hacia sus empresas privadas.
Más allá de la codificación legal, la ley representa una recalibración estratégica del modelo de crecimiento chino, ya que reafirma el papel esencial del capital privado, la innovación y el espíritu empresarial en la próxima etapa de desarrollo del país.
La ley, que entrará en vigor el 20 de mayo, es la primera legislación a nivel nacional dedicada explícitamente a la economía privada y llega en un momento crucial. En los últimos años, el sector privado se ha visto afectado por las restricciones durante la pandemia y por un entorno empresarial global cada vez más incierto. En este contexto, la nueva ley transmite un mensaje de estabilidad y de inclusión estratégica.
La ley reconoce al sector privado no solo como un componente permanente de la economía china, sino también como una prioridad en la formulación de políticas nacionales. Se compromete a garantizar el acceso equitativo a los mercados, la competencia justa, la protección legal de los derechos de propiedad y el apoyo financiero adaptado a las necesidades de estas empresas. Estas promesas no son meramente retóricas. Ahora han sido codificadas en la ley.
Esto no es un asunto menor. En China, la codificación legal cumple una función tanto declarativa de intenciones políticas como señalativa para los gobiernos locales, los reguladores y los inversores. Para los empresarios que han tenido que lidiar con vientos políticos cambiantes en los últimos años, es fundamental contar con una claridad de este nivel.
Uno de los desafíos crónicos para las empresas privadas chinas, especialmente las pequeñas y medianas, ha sido la dificultad para acceder al crédito. La nueva ley obliga a las instituciones financieras a reforzar su apoyo crediticio al sector privado.
En la práctica, esto significa nuevas líneas de crédito, una mayor actividad del capital privado y más apoyo a las fusiones y adquisiciones en sectores de alta tecnología. Estas son las herramientas que convierten las declaraciones legales en realidad económica.
La ley también respalda la participación del capital privado en grandes proyectos nacionales. Anteriormente, sectores como la infraestructura y las industrias estratégicas, desde la energía nuclear hasta la manufactura avanzada, estaban controlados exclusivamente por el capital estatal. Ahora, se invita a los inversores privados participar con acciones de hasta un 20 % en algunos casos. Esto no solo diversifica las fuentes de capital, sino que también implica una transformación estructural en la relación entre el Estado y el mercado y crea un espacio para que el sector privado contribuya a las prioridades nacionales como un socio confiable.
El momento elegido para este cambio es revelador. Las presiones externas, especialmente las de Estados Unidos y sus aliados, han hecho que la autosuficiencia tecnológica y la demanda interna sean más urgentes que nunca.
En los últimos meses, el presidente chino, Xi Jinping, se ha reunido con líderes empresariales privados para destacar su papel en el logro de los objetivos de modernización del país. Se trata de una recalibración que busca lograr un mejor equilibrio entre el control y la creatividad, entre la estabilidad política y el dinamismo económico.
En un contexto global en el que el nacionalismo económico va en aumento y muchos gobiernos se están alejando de los principios de mercado, la reafirmación de China en torno al valor del sector privado resulta significativa. No se trata de una liberalización al estilo occidental, sino de una respuesta pragmática a los desafíos internos, basada en el reconocimiento de que, sin un sector privado próspero y seguro, será imposible alcanzar las aspiraciones de China de lograr un desarrollo de alta calidad.
La ley de promoción de la economía privada no debe entenderse como una evolución del modelo político de China, sino como una evolución dentro de este modelo. Su objetivo es aprovechar el dinamismo de las empresas privadas manteniendo al mismo tiempo la guía del Estado. Sin duda, restaurará la confianza de los empresarios, impulsará la innovación y marcará un nuevo rumbo hacia un crecimiento sostenible.