En el templo Shaolin, cuna de las artes marciales chinas, la disciplina es una forma de vida. En una de sus salas más antiguas, la Sala de los Santos del Oeste, hay 48 huellas marcadas en el suelo de piedra. Durante siglos, los monjes han practicado sus movimientos exactamente en ese mismo lugar, día tras día, dejando esos surcos de entre 10 y 20 centímetros de profundidad.

En el templo Shaolin, cuna de las artes marciales chinas, la disciplina es una forma de vida.
No es una leyenda: es el resultado de siglos de esfuerzo, constancia y maestría que siguen vivos en cada rincón del templo.

En el templo Shaolin, cuna de las artes marciales chinas, la disciplina es una forma de vida.