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Líder del pueblo|Amor maternal
Actualizado 2025-05-12 10:32 GMT
CGTN Español

A principios de la década de 1980, cuando Xi Jinping trabajaba en Zhengding, un distrito de la provincia septentrional de Hebei, ocupaba el cargo de secretario del Comité Distrital del Partido Comunista de China (PCCh). Se alojaba en su despacho, situado en el recinto de dicho comité. Era un edificio viejo y algo húmedo, por lo que a menudo tenía que sacar su colchón a secar al sol. Este objeto, con sus parches de colores distintos, llamaba la atención de todos.

“Todos los cuadros de la organización tenían curiosidad por contarlos, y se decía que había más de 100 parches, pero nadie tenía una respuesta definitiva”, recuerda He Yu, entonces vicegobernador del distrito de Zhengding.

Más tarde se descubrió que el colchón estaba hecho de ropa vieja remendada. Los cuadros del Comité distrital del Partido quisieron comprarle un trozo de tela para hacerle uno nuevo. Xi Jinping dijo: “No es necesario, este colchón está bien como está”.

En realidad, Xi Jinping estaba apegado a este viejo colchón porque había sido confeccionado pacientemente a mano, puntada a puntada, por su madre, Qi Xin. Desde que abandonó Beijing, con menos de 16 años, para instalarse en el campo del norte de la provincia noroccidental de Shaanxi, este colchón le había acompañado siempre.

Hecho con ropa vieja, el colchón simbolizaba el vínculo entre madre e hijo.

En los años en que los parches se amontonaban sobre parches, lo que se cosía puntada a puntada no era solo el profundo anhelo y amor de una madre por su hijo, sino también la compañía de sus sentimientos. El amor de una madre es delicado, y este amor siempre ha impregnado la vida de Xi Jinping y le ha influido profundamente.

En la década de 1970, cuando Xi Jinping se trasladó al pueblo de Liangjiahe, en la provincia de Shaanxi, Qi Xin trabajaba en una granja de la provincia central de Henan con su hijo menor, que aún era menor de edad, mientras sus dos hijas trabajaban en el Cuerpo de Producción y Construcción.

Preocupada por sus hijos, Qi Xin se tomaba su tiempo para visitarlos en Shanxi, Shaanxi y Mongolia Interior en cuanto tenía vacaciones, y la mayor parte de su sueldo se lo gastaba en los viajes. El camino era tan largo que a menudo no había asientos en los autobuses y Qi Xin tenía que estar de pie durante todo su viaje.

Entre Xi Jinping y su madre, los reencuentros duraban poco y las separaciones eran frecuentes. Sin embargo, durante estos años difíciles, el amor maternal trascendió la distancia.

En el verano de 1975, Qi Xin pidió a su hijo menor, Xi Yuanping, que visitara a su hermano mayor, Xi Jinping, en Yanchuan, provincia de Shaanxi. Le dijo a Xi Yuanping: “Esa tierra fue el lugar donde nos criábamos y crecimos, así que tienes que ir y recibir tu educación”.

Qi Xin había vivido el calvario del frente de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y había trabajado durante muchos años en las zonas rurales de la región fronteriza de Shaanxi-Gansu-Ningxia. De este modo, estableció una buena relación con muchos de los trabajadores, lo cual ejerció una profunda influencia en sus hijos.

Durante su estancia en Liangjiahe, Xi Jinping comió y convivió con los aldeanos, realizando todo tipo de trabajos. Muchos años después, en su artículo "Soy el hijo de la tierra amarilla", escribió: “Estos siete difíciles años pasados en Liangjiahe han tenido una profunda influencia en mí. Me aportaron dos beneficios esenciales: en primer lugar, me permitieron comprender lo que es la realidad, lo que significa buscar la verdad en los hechos y lo que es el pueblo. De ello me beneficiaré el resto de mi vida. En segundo lugar, han reforzado mi confianza en mí mismo”.

Al hablar de la educación de los hijos, Qi Xin dijo: “Lo que más preocupa a los padres es el desarrollo de sus hijos. Si ellos son problemáticos , los padres no pueden eludir su responsabilidad”.

Para Xi Jinping, el amor de su madre también fue duro.

Tras asumir cargos más importantes, Xi Jinping estaba cada vez más ocupado con su trabajo, y los días que pasaba con sus padres eran escasos. Qi Xin escribió a menudo cartas a Xi Jinping. Además de preocuparse por su vida diaria, a menudo le aconsejaba que fuera estricto consigo mismo. También convocó especialmente una reunión familiar para exigir que los demás hijos no se involucraran en actividades comerciales en las áreas de las que Xi Jinping era responsable.

Las palabras y enseñanzas de su madre sentaron las bases de la honestidad de Xi Jinping como funcionario. En una ocasión confesó: “Pensar solo en una vida cómoda es una búsqueda mediocre. Estoy dispuesto a entrar en el 'mar de la amargura'”. Durante su etapa de trabajo a nivel local, hizo repetidas declaraciones públicas en reuniones de cuadros en las que afirmaba que no permitiría que nadie utilizara su nombre en beneficio propio y agradecía la supervisión.

Tras su elección como secretario general del Partido Comunista de China, Xi Jinping demostró un inmenso coraje político y un fuerte sentido de la responsabilidad al proseguir la labor de lucha contra la corrupción. En una reunión con los participantes en un seminario para secretarios de comités distritales en la Escuela del Partido del Comité Central del PCCh, advirtió con voz firme: “Si sois funcionarios, no busquéis enriqueceros; si queréis enriqueceros, no os hagáis funcionarios”.

Ser estricto con uno mismo, vivir con frugalidad e integridad, y dedicarse al pueblo: éstas eran las exigencias y expectativas de Qi Xin respecto a Xi Jinping, y también la herencia familiar que le fue transmitida.

En 1944, Qi Xin y Xi Zhongxun se casaron en una casa-cueva en el patio trasero del Comité Ejecutivo Local del PCCh de Suide, en Shaanxi. En una época en la que escaseaban los artículos de primera necesidad, algunas personas enviaron pasta y cepillos de dientes como regalos de felicitación el día de la boda, y Qi Xin los distribuyó entre todos.

Años después, Qi Xin recordó la situación en una entrevista. Dijo que entonces tenía «solo cinco años de experiencia en el Partido y cinco años de experiencia laboral, pero con un auténtico corazón revolucionario».

La compasión y ayuda a los demás de su madre, y su dedicación y perseverancia a la causa revolucionaria han influido durante mucho tiempo en Xi.

En el verano de 2000, Qi Xin acudió de nuevo a las antiguas zonas revolucionarias del noroeste para visitar a los ancianos. En el pueblo de Zhaojin, ciudad de Tongchuan, provincia de Shaanxi, vio las deficientes aulas y anticuadas instalaciones de la Escuela Primaria delEjército Rojo de Beiliang, y movilizó a su familia para donar 150.000 yuanes para reubicar y reconstruir la Escuela Primaria del Ejército Rojo de Beiliang.

Un sentimiento especial y profundo por la antigua zona revolucionaria es el entendimiento tácito y la resonancia emocional entre los corazones de Xi Jinping y su madre Qi Xin.

En vísperas de la Fiesta de la Primavera de 2015, el secretario general Xi Jinping también acudió a Zhaojin durante su visita a Shaanxi. Saludó a los aldeanos que se reunieron a su alrededor, preguntándoles cómo se preparaban las mercancías del Año Nuevo, si era conveniente que sus hijos fueran a la escuela y qué otras dificultades seguían teniendo.También dio instrucciones específicas a los cuadros locales para que se unieran como uno solo y realizaran un buen trabajo para la gente del pueblo.

El amor de una madre es desinteresado, y esto se refleja también en su comprensión y apoyo al trabajo de Xi.

En la Fiesta de la Primavera de 2001, Xi Jinping, entonces gobernador de la provincia suroriental de Fujian, no pudo volver a casa de sus padres por motivo de trabajo. Cuando su madre, Qi Xin, le llamó, Xi estaba en el coche en camino al campo. El documental "Lealtad" recoge esta llamada entre madre e hijo:

"Hola, hijo, ¿no vas a volver este año? Vale, vale, mira, hijo, escucharte decir que tienes tanto trabajo me da mucha alegría. Lo importante no es si vienes o no; con que hagas bien tu trabajo, esa es la mayor muestra de cariño para papá y mamá."

Xi preguntó a su madre "qué necesita" en su vida diaria. Qi Xin respondió:" Lo que necesito es que estés sano, que hagas una buena contribución al país y que hagas cosas prácticas y buenas por el pueblo". Cuando Xi Zhongxun, su padre, oyó esto, dijo: "Así es, así es, así es".

A lo largo de los años, Xi Jinping ha tenido presentes las expectativas de su madre, y se ha mantenido fiel a su aspiración original.

Desde su determinación a hacer cosas prácticas por el pueblo cuando estaba en Liangjiahe hasta asumir la pesada responsabilidad de gobernar el mayor país en desarrollo del mundo, cada paso que Xi ha dado en el camino ha sido increíblemente sólido.

En 1969, cuando el joven Xi fue enviado a trabajar al campo de Liangjiahe, en la provincia de Shaanxi, su madre, Qi Xin, le cosió un costurero y bordó tres caracteres chinos rojos en el centro: "Corazón de madre".

El amor de su madre, tan suave como la brisa y la lluvia primaverales, alimentó el mundo espiritual de Xi con su singular dulzura y resistencia, inspirándole a liderar a su pueblo en la lucha sin cuartel por la modernización al estilo chino con la ambición de " Me comprometeré plenamente con mi pueblo y nunca le fallaré".