En la Cuarta Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, celebrada este mayo, se conmemoró una década de cooperación estratégica entre China y América Latina y el Caribe. En la primera reunión ministerial del foro, en 2015, el presidente chino Xi Jinping expresó su deseo de que, mediante la colaboración bilateral, se alcanzara en diez años un volumen comercial de 500 000 millones de dólares y una inversión directa acumulada de China en la región de 250 000 millones de dólares.

Al acercarnos a 2025, los logros han superado con creces esas metas iniciales. En 2024, el comercio bilateral alcanzó un récord de 518 400 millones de dólares, el doble de lo registrado una década atrás. Asimismo, la inversión directa acumulada de China en América Latina y el Caribe superó los 600 000 millones de dólares, más del doble del objetivo original.
Estas cifras representan mucho más que simples estadísticas: reflejan una colaboración tangible y profunda. Detrás de los datos comerciales hay embarcaciones que cruzan océanos y productos que se integran en la vida cotidiana de las comunidades. Las inversiones chinas han hecho posible la construcción de carreteras y ferrocarriles que conectan regiones, así como proyectos de infraestructura que llevan servicios esenciales a millones de hogares en América Latina.
Hace siete años, los internautas chinos bromeaban diciendo que “la libertad de las cerezas” era uno de los símbolos de la libertad financiera. Desde entonces, y por siete años consecutivos, China se ha mantenido como el principal destino de las cerezas chilenas: el 90 % de esta fruta termina en las mesas de los hogares chinos.
Mientras los exportadores chilenos embarcaban su preciada fruta, en China se realizaban las pruebas del primer tren del proyecto de la Línea 1 del metro de Bogotá. En tres años, la capital colombiana contará por fin con la primera línea de metro de su historia. Proyectos como el suministro eléctrico de Belo Monte en Brasil, el Parque Industrial Phoenix en Trinidad y Tobago, o el ambicioso ferrocarril interoceánico que involucra a varios países sudamericanos, demuestran que la cooperación entre China y América Latina es una realidad viva y constante.
Sin embargo, en el panorama global actual han surgido fuerzas contrarias como el hegemonismo, el unilateralismo e incluso el chantaje comercial, que amenazan la estabilidad y el desarrollo saludable del comercio internacional y de la gobernanza global. En este momento histórico lleno de incertidumbre, la confianza, el diálogo y la cooperación entre China y América Latina, como ejemplo destacado de la cooperación Sur-Sur, cobran una relevancia aún mayor.
Como metáfora de esta unión, la líder indígena ecuatoriana Dolores Cacuango Quilo comparó a los pueblos con la quinua: “Nosotros somos como los granos de quinua; si estamos solos, el viento nos lleva lejos. Pero si estamos unidos en un costal, nada hace el viento”. China y los países de América Latina y el Caribe son como esos granos unidos: fraternales, solidarios, y decididos a avanzar juntos bajo el marco de cooperación del Foro China-CELAC. Ni las peores tempestades podrán moverlos.
El camino común entre China y América Latina va mucho más allá de la mera cooperación económica y comercial. Como señaló el presidente Xi Jinping, ambas partes deben impulsar cinco grandes iniciativas: el programa de la solidaridad, el programa del desarrollo, el programa de las civilizaciones, el programa de la paz y el programa de los pueblos. De hecho, muchos de estos proyectos ya han comenzado, de manera discreta pero constante. Podemos encontrar la huella de esta comunidad de futuro compartido en el yacimiento arqueológico conjunto en la antigua ciudad maya de Copán, en los diálogos entre civilizaciones China-ALC, y en los rostros esperanzados de los jóvenes que participan en el proyecto “Puente para el futuro”.
A comienzos del verano de 2025, China y los países de América Latina publicaron conjuntamente la “Declaración de Beijing”. Se trata de una declaración cálida que recoge la profunda amistad y el ideal compartido que une a ambas regiones. El documento aborda preocupaciones comunes, plantea planes de futuro y reafirma la confianza y el respaldo mutuo en asuntos internacionales. América Latina pertenece a su gente, y China está dispuesta a avanzar a su lado.
La quinua, originaria de la meseta andina, se cultiva hoy en varias provincias chinas. Las semillas traídas de América Latina han echado raíces, han germinado y crecen con vigor en tierras orientales; de la misma manera, los antiguos ideales de procurar la felicidad de los pueblos han cruzado océanos y montañas, convirtiéndose en realidad gracias al esfuerzo conjunto de China y América Latina.