El 12 de mayo, tras la publicación de la declaración conjunta sobre las conversaciones económicas y comerciales entre China y Estados Unidos en Ginebra, la opinión pública internacional recibió con satisfacción los resultados alcanzados. La reunión, celebrada a petición de la parte estadounidense, fue el primer encuentro presencial entre ambos países desde que, en abril de este año, Estados Unidos impusiera altos aranceles a productos chinos, lo que provocó medidas de represalia por parte de China. Alcanzar consensos, adoptar medidas y establecer mecanismos fueron los tres principales logros de esta ronda de diálogo, lo que demuestra un “progreso sustancial”.

Desde abril del año corriente, el gobierno estadounidense ha aplicado los llamados “aranceles recíprocos” como continuación de sus medidas unilaterales anteriores, incrementando progresivamente los gravámenes hasta alcanzar una tasa impositiva del 125 %. Durante este proceso, se ha hecho cada vez más evidente el “efecto de eliminación progresiva” de estas políticas, lo que ha generado una creciente presión interna sobre la administración estadounidense. Últimamente, han aumentado las voces de críticas dentro del propio país que cuestionan la táctica arancelaria de Washington.
Por su parte, China ha demostrado una sólida capacidad económica, una gran resiliencia y una política de apertura en constante expansión, lo que ha reforzado su confianza para mantener una postura estratégica firme frente a los riesgos y desafíos. Los resultados obtenidos en las conversaciones de Ginebra reflejan claramente la disposición de China a buscar soluciones a través del diálogo constructivo.
No obstante, para avanzar de forma sostenida, se requiere un compromiso continuo de ambas partes. En especial, Estados Unidos, como principal impulsor del conflicto comercial, debe demostrar una actitud sincera, evitar los volteos de postura y trabajar en conjunto con China para avanzar en la misma dirección, en aras de la estabilidad y el beneficio mutuo.