Frente a la crisis mundial provocada por los 400 millones de toneladas de residuos plásticos generados en 2024, que dañan ecosistemas y aceleran el cambio climático, el bambú surge como una alternativa natural prometedora. Este recurso que crece rápidamente (entre tres y cinco años), tiene mayor capacidad de absorción de CO₂ que los bosques tradicionales pueden sustituirlo y se alinea con el lema del Día Mundial del Medio Ambiente 2025: "Vence la contaminación por plástico".

China, que alberga el 25 % de los bosques de bambú del mundo y aporta un tercio de la producción global, lidera esta transición. En 2023, el país lanzó un "Plan de Acción Trienal para la Sustitución del Plástico por Bambú", cuyo objetivo es desarrollar cadenas de suministro completas para envases, vajillas y artículos diarios fabricados con este material. La industria del bambú en China ya ha demostrado su potencial económico, ya que en 2022 alcanzó un valor de producción de 415.300 millones de yuanes (57.600 millones de dólares estadounidenses) y generó empleo para más de 17 millones de personas.
Estos avances son tangibles a nivel local. La ciudad de Yibin, en la provincia de Sichuan, anunció planes para desarrollar 2.000 aplicaciones de bambú para sustituir el plástico hacia 2027. Esta ciudad, con sus 43 fábricas, produce actualmente el 14 % de la pulpa de bambú del país y el 23 % de los productos de pulpa moldeada, como papel, vajillas y materiales para el interior de automóviles. En paralelo, el distrito de Anji, en la provincia de Zhejiang, ha logrado que más de 6.000 juegos de vajilla de bambú sean adoptados en casi 300 hoteles, sustituyendo más de 3,5 millones de artículos de plástico desechables.
El impacto del bambú va más allá de lo ambiental, ya que impulsa el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza. China, a través de la Organización Internacional del Bambú y el Ratán (INBAR), comparte su experiencia en África con iniciativas como el "Programa Interafricano de Desarrollo de los Medios de Subsistencia de los Pequeños Agricultores de Bambú", apoyando a países como Ghana para integrarse en la cadena de valor global.
Mientras el mundo busca soluciones naturales y escalables contra la contaminación plástica, el liderazgo de China demuestra cómo la combinación de sus políticas de la innovación tecnológica con la cooperación internacional puede hacer del bambú una poderosa alternativa para un futuro más verde e inclusivo.