China y Estados Unidos concluyeron en Londres una nueva ronda de negociaciones comerciales con un acuerdo preliminar sobre el marco general para implementar los consensos alcanzados por los presidentes de ambos países y en las conversaciones de Ginebra del mes pasado. Fue la segunda vez que ambas partes se sentaron a dialogar formalmente desde el inicio de la disputa arancelaria este año. Si bien los detalles de los resultados obtenidos durante los dos días de negociación aún no se han hecho públicos, es una señal de que ambas potencias buscan reducir las tensiones, pese a las diferencias persistentes.

A diferencia de la reunión anterior, esta vez las delegaciones incluyeron a funcionarios de mayor responsabilidad, lo que sugiere que se trata de una agenda más amplia y con foco en cuestiones estructurales. El énfasis estuvo en restablecer canales de confianza, abordar los desequilibrios comerciales y evitar una nueva escalada arancelaria como la registrada a principios de año. En este contexto, el mero hecho de haber concretado este encuentro de tan alto nivel transmite un mensaje claro: ni Washington ni Beijing pueden permitirse otro repunte en las tensiones.
En abril, el presidente Trump firmó dos órdenes ejecutivas sobre los llamados “aranceles recíprocos”, lo que generó una oleada de inestabilidad e incertidumbre en el comercio mundial. Pese a la seguridad inicial mostrada por Washington, en mayo se observó una caída significativa en el volumen de carga en los puertos estadounidenses, junto con alertas de desabastecimiento y subidas de precios en sectores minoristas y plataformas de comercio electrónico. Según datos del Departamento de Comercio, el PIB estadounidense se contrajo un 0,3 % intertrimestral anualizado en el primer trimestre de 2025, siendo esta la primera contracción registrada desde 2022. Una encuesta de Bloomberg indicó que el 60 % de los consumidores en EE. UU. redujo su gasto por temor a una posible recesión. Por su parte, el Financial Times advirtió sobre una pérdida de confianza de grandes inversores internacionales en los activos estadounidenses que incluyó movimientos de capital hacia Europa y otros mercados.
El alto coste económico de la confrontación comercial y arancelaria refuerza la necesidad de retomar el diálogo. En su reciente conversación telefónica, los mandatarios de ambos países destacaron los avances logrados en las conversaciones de Ginebra y se comprometieron a activar de forma sostenida el mecanismo de consultas económicas, sobre la base del respeto mutuo y la búsqueda de beneficios compartidos. El presidente Xi subrayó que China acude a la negociación con voluntad de diálogo, pero también con principios, y recalcó la importancia de reforzar la comunicación para reducir malentendidos y ampliar los consensos.
Este nuevo encuentro, impulsado directamente por ambos líderes, pone de manifiesto la voluntad compartida de estabilizar la relación bilateral tras un periodo de fricciones, y contribuye a dotar de mayor previsibilidad al futuro de los intercambios económicos entre las dos potencias.
En un contexto internacional marcado por la interdependencia, la estabilidad de las relaciones económicas entre China y Estados Unidos influye de forma directa en la salud de la economía y el comercio globales. Las negociaciones en Londres acapararon la atención de los mercados internacionales: mientras las bolsas asiáticas reaccionaron con optimismo, en Europa y Wall Street prevaleció una actitud más cautelosa.
En América Latina, algunos medios destacaron el intento de ambas partes por “sostener la frágil tregua arancelaria acordada en mayo en Ginebra, en medio de un repunte de tensiones bilaterales”, según señaló Infobae. El medio colombiano Corrillos calificó esta nueva ronda de conversaciones como “una oportunidad para establecer un marco de cooperación más estable, especialmente en un contexto donde los conflictos comerciales afectan directamente la inflación, las cadenas globales de suministro y la seguridad energética”.
En definitiva, en América Latina la postura frente a la ronda de negociaciones en Londres es de optimismo medido: según Bloomberg Línea, la Bolsa Mexicana mostró señales de avance “pero persisten preocupaciones por la falta de definiciones concretas en el marco comercial”; Infobae destaca desde Argentina que, aunque Asia evaluó positivamente el encuentro, en Occidente “se percibe cautela” ante el riesgo de un rebrote arancelario impulsado por EE. UU. Aunado a esto, la OCDE ya redujo sus proyecciones de crecimiento global para este año.
Además, muchos medios de opinión como Telesur de Venezuela resaltaron que la mesa de Londres demuestra “cómo la presión arancelaria de Estados Unidos termina golpeando a terceros países” y reclamó un esquema multilateral que incluya a América Latina en la solución. Desde San José de Costa Rica, el periódico La Nación subrayó que un resultado sólido es también vital para Centroamérica, porque los insumos asiáticos encarecidos por la guerra comercial ya han elevado el costo de las cadenas de ensamblaje locales.
En este escenario, la prensa de Tijuana a Ushuaia coincide en que el diálogo entre las dos principales potencias económicas se ha convertido en una necesidad urgente: sin él, la inflación se dispara, las cadenas de suministro se resienten y las perspectivas de crecimiento en la región se debilitan.