La cámara de Magali Chesnel revela composiciones de una geometría casi perfecta. Fauna, flora y paisaje convergen en armonía, suspendidos en el tiempo y diluidos en una acuarela de suaves tonos pastel. La sombra de los flamencos se proyecta sobre las llanuras fluviales de la Camarga, en el sur de Francia, hogar de la microalga "Dunaliella salina", responsable del singular tono rosado —incluso rojizo— de sus aguas.

Sus imágenes se erigen, a la vez, como una advertencia: los efectos del cambio climático y la subida del nivel del mar podrían provocar la desaparición de paisajes de una belleza tan asombrosa como esta.