El Eje Central de Beijing, nombrado Patrimonio Mundial de la Humanidad, es como una cadena de perlas unidas por la historia, ideal para recorrer a pie y descubrir sus encantos.

Nuestro viaje comienza en la Puerta Yongdingmen, construida en la dinastía Ming, que marca el extremo sur del eje. Sus murallas grises y tejas de color crema guardan los primeros recuerdos de la antigua capital. Siguiendo hacia el norte, el altar Xiannongtan se erige en silencio: era el lugar donde los emperadores rendían homenaje a la deidad de la agricultura y practicaban labores agrícolas rituales, con cipreses antiguos que respaldan la solemnidad de las ceremonias tradicionales.
Más al norte, la Puerta Zhengyangmen (conocida coloquialmente como Qianmen) impresiona por su majestuosidad. La estructura de su torre refleja la grandeza de las puertas imperiales, testigos de la transformación de Beijing, de capital imperial a metrópoli moderna. Cruzando esta puerta, llegamos a la Plaza Tiananmen: un espacio amplio donde se entrelazan el pasado y el presente, con la ceremonia de izamiento de bandera diaria que transmite un poderoso espíritu de unidad nacional.

Cruzando esta puerta, llegamos a la Plaza Tiananmen: un espacio amplio donde se entrelazan el pasado y el presente.
Aún más al norte, el Museo del Palacio Imperial, también conocido como la Ciudad Prohibida, se despliega ante nosotros: el mayor y mejor conservado complejo de edificios de madera del mundo, con sus muros rojos y tejas amarillas que encarnan la sabiduría de la arquitectura china en cada detalle.
Al final del recorrido, el monte Jingshan y las Torres del Tambor y de la Campana ponen fin al eje tradicional. Desde el monte se admira todo el eje en su conjunto, mientras que las torres marcan el paso del tiempo con sus campanas al alba y sus tambores al caer la noche.
Caminar por este eje es dialogar con la historia y descubrir la profundidad y vitalidad de Beijing en los reflejos de su patrimonio mundial.

Caminar por este eje es dialogar con la historia y descubrir la profundidad y vitalidad de Beijing en los reflejos de su patrimonio mundial.