En lo alto de la meseta Qinghai-Xizang, donde el cielo parece al alcance de la mano y los vientos soplan con siglos de historia, las festividades siguen marcando el pulso de la vida colectiva. En esta región única de China, caracterizada por sus montañas sagradas y valles que resguardan templos centenarios, cada fiesta es un puente entre generaciones, entre el presente y los antiguos saberes. Con danzas, oraciones, cantos y comidas compartidas, las comunidades celebran sus tradiciones y reafirman su identidad.

El Año Nuevo tibetano es una festividad folclórica tradicional muy popular en Lhasa, en la región autónoma de Xizang, y ha sido reconocido como patrimonio cultural inmaterial en China. Se celebra según el calendario tibetano, comenzando el primer día del primer mes y finalizando el día quince, con una duración total de quince días. Dado que el budismo es la fe común de todo el pueblo tibetano, las celebraciones del Año Nuevo están impregnadas de un fuerte ambiente religioso. Es una festividad étnica dedicada a los dioses y a Buda, así como a celebrar y pedir bendiciones.
Según la tradición, ya alrededor del siglo I antes de nuestra era, Xizang contaba con un sistema para calcular las estaciones del año basado en las fases de la luna y los movimientos de los astros. Cada vez que regresaba la primavera y florecían las flores, la gente se reunía para celebrar el nuevo año. Con el tiempo, esta celebración se consolidó como una festividad fija, marcando el inicio del Año Nuevo tibetano. En el siglo XIII, el primer día del primer mes fue oficialmente establecido como el comienzo del nuevo año. Desde entonces, el Año Nuevo tibetano se convirtió en una festividad tradicional importante en Xizang, una tradición que continúa hasta la actualidad.
El Año Nuevo tibetano es una festividad folclórica tradicional muy popular en Lhasa, en la región autónoma de Xizang, y ha sido reconocido como patrimonio cultural inmaterial en China. El Año Nuevo tibetano es una celebración que surgió de manera espontánea en el proceso de producción laboral del pueblo tibetano. Es una época del año en la que familiares y amigos se reúnen para compartir, un periodo de descanso al final del invierno y al inicio de la primavera, que refleja la alegría por la cosecha otoñal y la esperanza para la siembra primaveral. También expresa los deseos y aspiraciones del pueblo tibetano para el nuevo año.


