Los Leones del Sur llegaron a la Ciudad de México para darle suerte a los mexicanos mientras esperan la llegada del Año Nuevo Lunar.
Retumban los tambores. Aquellos leones que dormían, despiertan al son de los cuernos. El humo los llama a la fiesta en medio de una oscuridad cómplice. Se levantan y mueven el cuerpo de un lado a otro olvidando que el brillo de sus colores los delata. Resalta ese rojo y amarillo del que hoy los mexicanos se quieren teñir.
Cualquier espacio es idóneo para danzar si la buena suerte se quiere alcanzar. En una plaza comercial, los tres leones del sur, entre la gente se empiezan a mezclar. Muchos intentan tocarlos, les sonríen. Quieren abrazarlos, pero su gran tamaño lo hace imposible. Cuidado, eso sí, no toquen su cuerno porque allí reside su divinidad.
Estos leones se mueven porque deben liberar la energía que llevan dentro. Movimientos que se transforman en buena suerte para quienes osen rozar su corto pelaje.
Ya entraron en confianza. Parece que quieren decir algo; mueven sus orejas, ojos y columna. Expresan sumisión ante las caricias de los niños quienes, emocionados, les piden más tiempo para tocarlos. Pero, esperen un momento: ya están cansados. Liberaron mucha energía para los asistentes y es hora de recuperarse. Hay que dormir un poco porque el Año Nuevo Lunar del cerdo, apenas comienza.
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