Utilizando como pretexto el problema del fentanilo, el Gobierno de Estados Unidos ha impuesto nuevamente aranceles del 10 % a los productos chinos exportados a ese país. Esta medida no solo viola las normas del comercio internacional, sino que también afecta la cooperación económica y comercial entre ambas naciones. En respuesta, China ha tomado rápidamente una serie de contramedidas, incluyendo una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra estos gravámenes, así como la imposición de aranceles a algunos productos de Estados Unidos y la inclusión de 15 entidades estadounidenses en su lista de control de exportaciones, por representar una amenaza a su seguridad e intereses nacionales. Con estas acciones, el país asiático reafirma su determinación de defender sus legítimos derechos y el sistema comercial multilateral.

El problema del fentanilo es, en esencia, un asunto interno de Estados Unidos. Como el principal consumidor mundial de sustancias relacionadas con esta droga, su abuso en el país norteamericano se debe a la demanda interna y a las deficiencias en su regulación. Al vincular el problema del fentanilo con los aranceles, Estados Unidos está politizando y utilizando este tema como una herramienta de presión contra China. Este enfoque es absurdo y no contribuye en nada a resolver el problema.
China ha implementado estrictas medidas en el control de sustancias relacionadas con el fentanilo y ha publicado un libro blanco titulado "Control de sustancias relacionadas con el fentanilo en China", en el que se detalla sus esfuerzos y estrategias innovadoras en la lucha contra las drogas. Desde un enfoque humanitario, China ha brindado apoyo a Estados Unidos para abordar el problema del fentanilo. Sin embargo, Washington ha respondido con más presiones arancelarias, un comportamiento que recuerda a la fábula de "El campesino y la serpiente".
La experiencia de los últimos años ha demostrado que los aranceles no son una "solución mágica" para los problemas comerciales. El déficit comercial de Estados Unidos no se ha reducido tras la imposición de gravámenes, sino que ha aumentado significativamente. Al mismo tiempo, los aranceles han elevado el costo de vida de los estadounidenses, reducido la confianza del consumidor y agravado las presiones inflacionarias en Estados Unidos.
En resumen, la guerra arancelaria es esencialmente un "juego de autolesión". Si Estados Unidos realmente quiere resolver el problema del fentanilo, debe optar por el diálogo y la cooperación en igualdad de condiciones con China, en lugar de recurrir a tácticas coercitivas que solo agravan las tensiones.