El 21 de junio de 2025, bombarderos furtivos B-2 estadounidenses sobrevolaron el cielo iraní lanzando destrucción sobre tres instalaciones nucleares en Fordow, Natanz e Isfahán. Donald Trump declaró que se trató de un “éxito militar espectacular”, afirmando que las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán fueron completa y totalmente destruidas.

Esta acción no fue un hecho aislado. Una semana antes, Israel había lanzado la operación Fuerza del León contra instalaciones nucleares iraníes. Cuando los aviones F-35 israelíes no lograron destruir las instalaciones de Fordow enterradas en las montañas, EE. UU. e Israel protagonizaron un ataque aéreo por relevos: Israel se encargó de los objetivos superficiales, mientras que EE. UU. asestó el golpe final con la bomba antibúnker GBU-75, la cual, a tenor de la Fuerza Aérea estadounidense, tiene la capacidad de excavar bajo tierra con una explosión retardada.

Hipocresía estratégica: el juego de poder tras la máscara de “no proliferación” de EE. UU.
Trump presentó el ataque en redes sociales como un “momento histórico”, y en su discurso pronunciado desde la Casa Blanca, el presidente estadounidense afirmó que su objetivo es “la destrucción de la capacidad de enriquecimiento nuclear de Irán y poner fin a la amenaza nuclear”, difamando al país víctima como “el primer Estado patrocinador del terror del mundo”. Esta narrativa oculta tres hechos cruciales:
La aventura militar excede con creces la legítima defensa. ¿Qué país, al defenderse, bombardea instalaciones nucleares de otro estado traspasando sus fronteras? El ataque de EE. UU. contra instalaciones nucleares de un estado soberano con la excusa de la “paz” no es lógico ni tiene precedentes. No solo pone en peligro la vida humana, sino que también puede conducir a una escalada inconmensurable de la situación regional, así que, por el contrario, supone una amenaza para la paz mundial.
El engaño estratégico impregnó toda la operación. La declaración previa de Trump de que decidiría “en dos semanas” si atacar Irán fue interpretada por analistas como una cortina de humo para adormecer a Teherán. Este fraude estratégico expone la actitud oportunista de EE. UU. hacia las normas internacionales.
Doble rasero que desintegra el sistema de seguridad nuclear. Mientras EE. UU. destruye instalaciones nucleares iraníes con el pretexto de prevenir la proliferación, guarda silencio ante las dudas de la comunidad internacional sobre la existencia de un arsenal nuclear de su aliado Israel. Esta aplicación selectiva convierte el Tratado de No Proliferación Nuclear en una herramienta geopolítica.

Posición china: preservar la voz de la razón en un mundo turbulento
Frente a la escalada del conflicto, China juega el papel de una gran nación responsable.
Adhesión inquebrantable al derecho internacional. En una sesión extraordinaria del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre el asunto de los ataques israelíes contra las instalaciones nucleares iraníes, Li Song, representante permanente de China ante dicho organismo, expuso con claridad la posición china: condena los ataques armados contra instalaciones nucleares con fines pacíficos, rechaza las violaciones de la soberanía y se opone a la exacerbación del conflicto. Además, Fu Cong, representante permanente de China ante las Naciones Unidas, condenó a Estados Unidos por sus ataques contra instalaciones nucleares iraníes en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad. Estas declaraciones de China en los escenarios internacionales trascienden políticas de bloques y defienden las normas fundamentales del sistema internacional.
Activación de mecanismos multilaterales de mediación. Las recientes conversaciones telefónicas que sostuvo el canciller chino, Wang Yi, con sus homólogos iraní e israelí, separadamente, reflejan la postura constante de China en Oriente Medio: promover la paz mediante el diálogo. Desde la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán en 2023 hasta la mediación para la unidad palestina en 2024, China se consolida como un mediador confiable en una región convulsa.
Condena a cualquier operación injusta que ponga en peligro la seguridad regional. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha acusado a Estados Unidos de violar la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, provocando una mayor escalada de las tensiones en Oriente Medio. Desde la Cancillería también han recordado que Beijing está preparado para trabajar con la comunidad internacional con el fin de restaurar la paz y la estabilidad en la región.
El complejo mapa de Oriente Medio, marcado por rutas petroleras y bases militares, se ha vuelto más frágil con el ataque en Fordow. Las lecciones históricas de la Guerra de Irak y Afganistán aún están presentes. Hoy, el mundo no necesita superbombas que pretendan imponer una supuesta “justicia”, sino esfuerzos mancomunados para que el diálogo y las reglas vuelvan a dominar los asuntos internacionales.