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La guerra no funcionará: replanteamiento del enfoque estadounidense sobre la cuestión nuclear iraní
CGTN

Nota del editor: Imran Khalid, comentarista especial sobre actualidad para CGTN, es columnista independiente sobre asuntos internacionales. El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente los puntos de vista de CGTN.

El anuncio del Gobierno de Estados Unidos de que ha atacado tres instalaciones nucleares iraníes ha añadido otro elemento volátil a un panorama ya de por sí inflamable en Oriente Medio. Mientras las tensiones entre Irán e Israel se recrudecen tras meses de enfrentamientos indirectos y guerras en la sombra, este último giro ha acercado a la región un paso más a la confrontación total.

La advertencia de Trump de ataques "mucho mayores" a menos que Irán "elija la paz" se hace eco de una retórica peligrosa: que la coacción militar es un sustituto de la diplomacia.

Esta escalada está impulsada por el retorno del maximalismo militar en Washington. La administración Trump parece considerar la cuestión nuclear iraní no como un desafío diplomático que debe resolverse mediante una negociación paciente, sino como una herramienta de influencia estratégica, a costa de la estabilidad regional.

La lógica que subyace al ataque a las instalaciones nucleares de Irán se basa en supuestos erróneos: que dichos ataques pueden retrasar seriamente el programa iraní, que se puede obligar a Irán a someterse y que se pueden contener las consecuencias. La historia reciente, desde Iraq hasta Libia, demuestra que estos supuestos suelen generar inestabilidad.

Estamos asistiendo a un intento de resolver un intrincado dilema geopolítico mediante la violencia unilateral. El momento elegido, apenas unas semanas después de los ataques aéreos de Israel en el Líbano y Siria, difícilmente convencerá a los observadores neutrales de que se trata de otra cosa que no sea una postura agresiva diseñada para reestructurar el equilibrio de poder regional mediante la fuerza.

Lo que se necesita ahora no es más ruido militar, sino un compromiso renovado con la diplomacia. 

China, que desempeñó un papel clave en el Plan de Acción Integral Conjunto original y recientemente ha mediado en el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí, ya ha demostrado su credibilidad diplomática. Beijing está bien posicionado para facilitar un diálogo renovado, ya sea a través de la ONU o de plataformas regionales.

En una región ya plagada de desesperación, la guerra no solo es imprudente, sino imperdonable.