En la noche del 8 de julio, niños y adultos participaron en una de las escenas más singulares de las fiestas de San Fermín: la carrera del Toro de Fuego, una estructura metálica con fuegos artificiales en forma de toro que recorre las calles de la ciudad en medio de música, risas y un ambiente festivo.

La escena marca uno de los momentos más familiares del programa sanferminero, en contraste con la adrenalina de los encierros matutinos, donde corredores se enfrentan a seis toros y seis cabestros en un recorrido de unos 850 metros por las angostas calles del casco antiguo hasta la plaza de toros. Más tarde, esos mismos toros participan en las corridas vespertinas, una práctica que, aunque polémica a nivel internacional, se mantiene como una de las tradiciones más arraigadas del festival.
Además de los encierros y el toro de fuego, la fiesta —que tiene raíces medievales y fuerte componente religioso— incluye procesiones en honor a San Fermín, espectáculos de fuegos artificiales, conciertos, danzas populares y un ambiente de celebración que se extiende las 24 horas durante toda la semana.
San Fermín no solo representa un evento cultural de gran peso en el calendario festivo español, sino también un fenómeno turístico global que atrae cada año a miles de visitantes de todo el mundo.