Barcelona, ubicada en el noreste de la península ibérica, es la segunda ciudad más grande de España y un referente internacional en planificación urbana.
Su emblemático distrito del Eixample presenta una cuadrícula de manzanas regulares, diseñadas en el siglo XIX por el urbanista Ildefons Cerdà, que facilita el tránsito, la ventilación y el acceso a servicios públicos. Este diseño es funcional y también ha contribuido al atractivo visual y turístico de la ciudad.

En el otro extremo de Eurasia, la ciudad Bagua del distrito de Tekes, en la región autónoma uigur de Xinjiang, China, presenta un trazado inspirado en los bagua, los ocho trigramas del clásico chino I Ching.

Vista desde el aire, la ciudad presenta un diseño radial con forma de octógono regular, en el que las calles convergen en un punto central y se conectan como en un entramado simbólico. Este diseño particular ha permitido una circulación fluida, y desde 1996 no se utilizan semáforos en su trazado principal.

Ambos casos muestran cómo la planificación urbana puede combinar funcionalidad, riqueza cultural y visión estética para dar forma a ciudades únicas.