El vertido de desechos radiactivos al mar por parte de Japón ha sido analizado desde el otro lado de la cuenca del Pacífico. En Perú los investigadores científicos locales se oponen contra la decisión adoptada por el Gobierno japonés.
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Japón tomó finalmente hace unas semanas la decisión de verter en el mar al menos 1,25 millones de toneladas de agua contaminada con elementos radiactivos, tras la debacle de la central nuclear de Fukushima, después del devastador terremoto que golpeó el país asiático en 2011. Al otro lado de la cuenca del Pacífico aún no se conoce a ciencia cierta qué riesgos existen y qué impacto ambiental de gran escala podría generar.
Según el destacado físico nuclear y exministro del Ambiente peruano, Modesto Montoya, cualquier ser humano podría sufrir consecuencias fatales en contacto con elementos radiactivos de una central nuclear, aunque en el caso de este vertido de aguas contaminadas, se han "enfriado" con el tiempo y ha menguado el daño que ocasionan.
"Por eso que se guarda en piscinas especiales para que se vayan 'enfriando'. Porque la radiactividad no es permanente, va disminuyendo poco a poco. Hay un elemento que se tiene, que es el tritio, que, como el hidrógeno, a los 12 años desaparece a la mitad. Pero los reactores nucleares cuando funcionan, liberan de manera natural, cerca al mar, esos desechos, no es necesario que haya una crisis", dijo Modesto Montoya, físico nuclear.
No obstante, organizaciones ecologistas como Greenpeace han dejado en claro que el agua de Fukushima contiene otros elementos radiactivos como el carbono 14, que fácilmente puede ingresar en la cadena alimentaria y producir un daño a largo plazo en el ADN. En tal sentido, la ictióloga, especialista en conservación de ecosistemas acuáticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Ena Chocano, asegura que nada es estático, sino más bien dinámico en el mar. Por tanto, las consecuencias podrían ser desastrosas.
"Al menos en el caso de los metales pesados sabemos que traen unas consecuencias desastrosas cuando estos son liberados al ambiente, como cuando en las zonas mineras por ejemplo, hay pasivos ambientales porque no se ha hecho un buen tratamiento y estos metales quedan libres y comienzan a reaccionar, creando acidez, ya que el ph normalmente es neutro, y baja con la acidez, y esto causa muchas interacciones bioquímicas en los seres vivos. Y no se trata sólo de los peces, sino de todos los seres vivos en el inicio de la cadena atrófica, que nosotros no podemos reconocer", dijo Ena.
Ambos expertos coinciden en que el vertido no causará perjuicio ambiental marino alguno en las costas peruanas, pero sí creen que existe preocupación entre los países vecinos de Japón.
"Lo que pasa es que el accidente de Fukushima fue alarmante y cada vez que hay una cosa así todo el mundo se preocupa. Entonces, el país que está frente a Fukushima, por ejemplo, sabía que los peces que estaban cerca de Fukushima iban a ovar a sus costas. Claro, estos peces que están cerquita donde ser vierten las sustancias radiactivas se contaminan algo, claro, porque están cerquita", dijo Modesto Montoya, físico nuclear.
"Y de repente el efecto tampoco se va a ver de inmediato, ya que no va a ser igual al momento en que se produjo la catástrofe, que fue una cantidad desmesurada de contaminantes. Y algunos dicen, va a ser menor, pero esto se va acumulando, y no se sabe qué va a pasar con esta acumulación en el cuerpo de los seres vivos", añadió Ena.
A pesar de que el OIEA (Organismo Internacional de Energía Nuclear) ha dado luz verde a la decisión del Gobierno nipón, no se puede asegurar que el tritiado del océano no tendrá impacto alguno sobre la salud y los ecosistemas marinos, principalmente porque los efectos reales se conocerán dentro de algunos años o quizá décadas.