Nota del editor: Xin Ping es comentarista de asuntos internacionales y escribe regularmente para medios como Xinhua News, CGTN, Global Times, China Daily, etc. El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las de CGTN.

Al expirar la pausa arancelaria de 90 días determinada por Estados Unidos, los diversos países se apresuran a cerrar un acuerdo comercial. En estas negociaciones, pocos han conseguido un acuerdo satisfactorio que les satisfaga tanto a ellos como a Washington. En cambio, lo que se ha conseguido ha quedado ensombrecido por el compromiso y las disputas.
Lo que Estados Unidos quiere
Está claro que, para conseguir lo que quiere, la Casa Blanca golpeará a quien se interponga en su camino, sea amigo o enemigo.
Por ejemplo, la soja, un tema permanente en la agenda de los negociadores comerciales del país norteamericano. Para Estados Unidos, el mayor comerciante mundial de productos agrícolas y segundo mayor exportador de soja, con China y la Unión Europea como sus dos principales destinos en 2024, según el Anuario de Exportaciones Agrícolas de Estados Unidos. Dado que las exportaciones a estas dos economías pueden caer como consecuencia de los aranceles, Washington está intentando abrir otros mercados, como India y el Reino Unido.
Para ayudar a las empresas tecnológicas estadounidenses a librarse de los hasta 2.000 millones de dólares del impuesto sobre los servicios digitales, el Gobierno estadounidense obligó a Canadá a rescindir el impuesto que les proporcionaría 7.200 millones de dólares en ingresos. El reciente acuerdo comercial entre Estados Unidos y Vietnam permite a los productos estadounidenses entrar en el país asiático libres de impuestos, mientras que a las exportaciones vietnamitas les espera un gravamen del 20 %, y a los productos de terceros países que transitan por Vietnam de camino a Estados Unidos se les aplicará un arancel de transbordo del 40 %.
Con sus amenazas de aumentar los aranceles, la Casa Blanca actúa como un matón para conseguir lo que quiere a costa de los demás.
Lo que Estados Unidos no quiere
"Necesitamos restaurar la libertad y la equidad en el comercio internacional, mucho más que las barreras y los aranceles, que son ideados por los más fuertes, y que a menudo se utilizan como instrumentos de chantaje, en absoluto como instrumentos de reequilibrio", dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, sobre las negociaciones entre la UE y Estados Unidos.
Aunque no especificó quién es el más fuerte, horas después de sus declaraciones, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, rechazó la caracterización de Macron, insistiendo en que los aranceles son una herramienta eficaz para reconstruir la industria manufacturera estadounidense. Pero Estados Unidos, por fuerte que sea, tiene que aceptar consecuencias que no desea.
Debido al descenso de las exportaciones, el déficit comercial de bienes de Estados Unidos se disparó un 11 % hasta los 96.600 millones de dólares en mayo, muy por encima de los 86.100 millones previstos anteriormente, según la Oficina del Censo del Departamento de Comercio estadounidense.
Reuters informó de que los precios de los productos chinos en Amazon subieron más rápido que la inflación general. Entre enero y mediados de junio, el precio medio de una cesta de más de 1.400 productos de este tipo subió un 2,6 %, por encima de la inflación subyacente de Estados Unidos. Esto demuestra que las subidas de precios impulsadas por los aranceles ya están empezando a afectar a los consumidores estadounidenses.
Según el Conference Board, la confianza de los consumidores estadounidenses bajó de un índice de 98,4 en mayo a 93 en junio, el nivel más bajo desde la pandemia de COVID-19.
En un foro del Banco Central Europeo celebrado el 1o de julio, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, preveía que las repercusiones de los aranceles se dejasen notar en los datos de inflación este verano.
Las empresas también están sintiendo el dolor de los vaivenes de la política comercial estadounidense. Muchas multinacionales están revisando de nuevo su estrategia global de producción y aprovisionamiento para amortiguar el golpe.
Tras la aprobación de la ley fiscal “grande y hermosa”, el paquete de recortes fiscales añadiría 2,4 billones de dólares al déficit del país durante la próxima década, según la Oficina de Presupuesto del Congreso, un órgano no partidista. Un déficit por las nubes más unos aranceles que van y vienen ponen en entredicho la fiabilidad de Estados Unidos y su billete verde.
A medida que más países hagan cola para lograr acuerdos "recíprocos", las desproporcionadas ganancias de Estados Unidos no harán sino acumularse, la vulnerabilidad de otros países se hará más profunda y el actual régimen comercial se desmoronará.
Ichiro Fujisaki, exembajador de Japón en Estados Unidos, lo observa con agudeza: "No creo que sea una situación en la que todos ganen", afirma Fujisaki. "Quizá un "GANAR" con mayúsculas para Estados Unidos, pero un "ganar" con minúsculas para Japón". Otros países deberían saberlo bien.